Quedaban 3:19 para que acabara el primer cuarto del encuentro entre Embutidos Pajariel Bembibre y Lointek Gernika del pasado martes y el speaker del Bembibre Arena, Cesi Santiago, anunciaba la entrada a la pista de un nombre tan esperado como querido en el recinto de la capital del Bierzo Alto. “¡Entra Julia Gladkova!”, exclamaba el animador local y la grada era un clamor. Los aplausos inundaban el ambiente para recibir a la internacional rusa, que disputaba así su partido número 50 en la Liga Femenina Endesa. Lo hacía, además, con la misma camiseta con la que se estrenó en la competición en 2018 en Torrejón de Ardoz (Madrid).
La alero de Kursk reconoce que “no esperaba recibir tantos aplausos de la gente al entrar al partido. Cuando salté a la cancha me sentí incluso más feliz que en la otra ocasión en que volví a jugar con el equipo la pasada campaña”, destaca Gladkova, que añade que “fue como volver a casa. La gente de Bembibre siempre se ha portado muy bien conmigo”, explica la internacional rusa, que asegura que “saben por qué vuelvo. Esto ya no es sólo cuestión de baloncesto, sino de estar feliz y a gusto, de las relaciones con las personas”, certifica.
Gladkova: “Cada partido es una fiesta en Bembibre”
Volvía a jugar Gladkova después de disputar 14 partidos a las órdenes de Azu Muguruza en su paso por IDK Euskotren, donde inició la presente temporada. La alero admite que no fue lo feliz que esperaba en San Sebastián: “Puedes estar en una gran ciudad y tener todas las comodidades –mar, montaña, restaurantes…, enumera–, pero no ser feliz. Yo juego para ganar porque soy profesional, pero también lo hago por toda esa gente que nos ayuda, que no sólo nos apoya durante el partido, sino que está siempre en contacto conmigo”, puntualiza Julia, que afirma que “es una relación que trasciende lo deportivo porque cada partido es una fiesta en Bembibre. Esto es importante para nosotras”, argumenta.
Se siente recompensada, asegura, viendo a la afición disfrutar: “A la gente de Bembibre le gusta el baloncesto, nos apoya y esto me hace feliz. Siempre animan y están agradecidos sin importar el resultado que obtengamos”, precisa la exterior de Kursk, que agrega que “tenemos ganas de hacer disfrutar a la gente que viene y no puede disfrutar jugando al baloncesto. Tratamos de recompensarles porque esa gente da todo lo que tiene y puede, nos ayuda mucho”, reitera Gladkova, que añade que “Bembibre es especial por la conexión del pueblo con el equipo”.
Tercer estreno en Bembibre: “Sentí algo que trasciende el baloncesto”
Parece, de hecho, que la alero rusa encuentra en la villa del Boeza su ecosistema perfecto para vivir, disfrutar del baloncesto y rendir al más alto nivel. A las órdenes de Pepe Vázquez, en concreto, ha ofrecido su mejor versión, aportando una media de más de 15 puntos por partido en los primeros 35 que disputó con la elástica rojilla. Debutó con el cuadro bembibrense el 14 de octubre de 2018 contra el que sería su último equipo antes de este último regreso al Bierzo, IDK Euskotren, y lo hizo con derrota. Volvió hace casi un año, el 28 de diciembre de 2019, de nuevo se enfrentó a un equipo vasco, Rpk Araski, y volvió a sufrir una derrota ante la escuadra contra la que firmó su primer MVP en España.
Parecía que no estaba aliada con la suerte en los estrenos con el conjunto berciano Gladkova, que, sin embargo, tuvo su debut con el cuadro donostiarra venciendo en el Bembibre Arena en la primera jornada de la presente campaña. Y por fin, a la tercera fue la vencida. El tercer rival vasco de la Liga Femenina Endesa, Lointek Gernika, el que faltaba para completar los tres estrenos de la rusa con la camiseta del conjunto bembibrense, cayó esta vez a manos de las de Pepe Vázquez en un partido memorable.
La alero rusa, quizá un poco nerviosa por ese nuevo regreso y ese tercer debut, no estuvo especialmente acertada de cara al aro vizcaíno y reconoce que cuando Pepe Vázquez la llamó para que saltara a la cancha vivió “una mezcla de sentimientos. Pensaba, por un lado, en salir y dar lo mejor de mí para ayudar al equipo y al club que más ha confiado en mí”, explica la jugadora rusa, que afirma que “por otro lado, sentí algo que trasciende el baloncesto. Son unos sentimientos especiales que van más allá de jugar, una felicidad que es difícil de expresar con palabras”, concluye en una muestra absoluta de sinceridad.
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