Alba González y Laura Aliaga, las Thelma y Louise del Embutidos Pajariel Bembibre

En los comics, en la música, en la pequeña pantalla y en el cine hemos conocido parejas femeninas inseparables. Bananarama, Vilma y Betty, de Los Picapiedra o las ardillas Chip y Chop son algunas de ellas. En el deporte, y el baloncesto no es una excepción, también ha habido las suyas. Jugadores como Magic Johnson y Kareem Abdul-Jabbar, Michael Jordan y Scottie Pippen o Larry Bird y Kevin McHale, todos en la NBA, componen algunos de los dúos más recordados en la historia del deporte de la canasta. Embutidos Pajariel Bembibre también tiene su dupla: Alba González y Laura Aliaga, como Geena Davis y Susan Sarandon en Thelma y Louise, interpretan su propia película en la villa del Boeza.

En el filme de Ridley Scott, Davis, en el papel de Thelma, y Sarandon, en el de Louise, vivían una aventura que acaba con triste final. Alba y Laura, por su parte, viven con ilusión una floreciente amistad, nacida hace apenas tres meses, pero que parece de toda la vida. Lo mismo puedes verlas tomando un café que haciendo la compra, pero siempre juntas. Por su forma de ser, parece que están hechas la una para la otra. Se entienden muy bien y han llevado su amistad más allá de las canchas de juego. Su amistad nace como un proceso natural dentro de un grupo.

Halagos y bromas en una amistad en pleno florecimiento

“Era la única española —bromea Laura—. Cuando llegué, me dije: tengo que conocerla. Si fuera antipática, no la querría. Sin embargo, es buena chica y cuida muy bien a la gente. Ayuda a integrarse a las nuevas jugadoras —precisa la alero alicantina—. Alba es como un ‘osito’ de peluche: es adorable, dan ganas de abrazarla porque es muy cariñosa, aunque a veces es muy negativa. Su mayor defecto es que es una glotona —ironiza—. Para mí ya es como de la familia”, rubrica.

Por su parte, Alba sólo tiene palabras de halago para su compañera: “Laura es ahora muy importante para mí en el día a día, ya que me ayuda casi en cada cosa que hago. Es muy graciosa e irradia optimismo. Te hace sentir mejor y te hace desear su presencia y compañía —resalta la jugadora berciana—. Su energía positiva, su alegría, su vitalidad,… Siempre tiene algo bueno que decir”, apostilla la base ponferradina.

Encantadas en El Bierzo 

Unidas por Bembibre, Aliaga considera que la villa berciana, “pese a ser una pequeña localidad en comparación con Alicante —de donde vengo, acota—, es muy acogedora. Su gente es cercana y cariñosa”, precisa la exterior española, que asume que “en una ciudad como Alicante la gente no es así: no te saluda siempre que te la encuentras en cualquier lugar”. Del Bierzo, eso sí, aunque cree que “tiene cosas bonitas y que le aportan su encanto”, asegura en tono irónico que “no me gusta el frío”.

Alba, a la que todo el mundo conoce ya en Bembibre y en El Bierzo, es muy reservada. Nunca regala palabras, es muy lacónica y concisa. Su sonrisa y su mirada, eso sí, rezuman magia, un encanto especial e inexplicable que se nota cuando te sientas frente a ella y habla de lo que le gusta. Disfruta de su tierra como la que más y actúa como un guía turístico para su amiga Laura. “Hemos visitado varios restaurantes y hemos conocido varios puntos encantadores de la comarca”, explica Alba con ese tono suyo tan característico, cautivador como la comida y los vinos bercianos: “Es la mejor carta de presentación de mi tierra”.

Muy a gusto en un club que es “una familia”

Sus opiniones convergen a la hora de hablar de la entidad, a la que ven como “una familia. Es un grupo de personas muy trabajadoras y que se esfuerzan para que el club mejore estructuralmente y para que todas las jugadoras se sientan a gusto”, concretan. Alba, de hecho, ya lleva muchos años en el equipo —ocho temporadas cumple exactamente— y asegura que “siempre me han tratado de diez. Siempre me he sentido muy integrada”, precisa la berciana, agradecida con sus primeros entrenadores, Chiqui Barros y Raquel Álvarez, quienes, recuerda, “me enseñaron mucho y me dieron la oportunidad de hacer lo que me gusta: jugar al baloncesto. Cristina López, primero, Anna Gómez y Orla O’Reilly, posteriormente, son jugadoras de las que, aparte de aprender, guardo buenos recuerdos”, remarca.

Por su parte, Aliaga, con una trayectoria repartida por toda la geografía nacional, recuerda con especial cariño a “toda la generación de 1994 que empezamos en el Segle XXI. También Regina Gómez, que me ayudó cuando estuve en Burgos, cuando sólo tenía 17 años. En Galicia, concretamente en Cortegada, fue la delegada, Diana Piñeiro, la que me ayudó a integrarme, como también lo hizo la ya exjugadora Alejandra Carballa. En los últimos años, Sofía Gomes, en Zamora, y Nogaye Lo, en La Seu d’Urgell, son gente que nunca olvidaré”, apostilla.

El buen ambiente, clave para la mejoría del equipo

Son personas, en los casos de ambas jugadoras, que ayudan mucho a que el equipo mejore, si no en resultados, sí en cuanto a la dinámica interna. Es el caso del Embutidos Pajariel Bembibre, que ha crecido con el paso de las jornadas gracias, no sólo a la progresión en el nivel físico y de juego, sino también por el ambiente que se ha generado en el vestuario. Fran García ha parecido conjuntar un buen grupo, joven, aunque con capacidad de mejora. “El aspecto de la juventud no es malo ni bueno”, opina Aliaga, que reconoce que “en ocasiones puede ayudar tener alguna jugadora experta. Al ser un equipo joven, tenemos más vitalidad, energía y capacidad de aprender”, puntualiza.

“El ambiente es muy profesional”, añade la alero alicantina, consciente de que “todas tenemos que trabajar y llevarnos bien para que el grupo crezca deportivamente. Puedes tener más afinidad con una u otra jugadora, pero dentro de la cancha hay que llevarse bien y dejarse las externalidades para que el equipo rinda y obtenga buenos resultados”, enfatiza.

Alba, que, pese a ser más joven que Laura, tiene más experiencia en la máxima categoría después de tantos años integrada en el primer equipo del Embutidos Pajariel Bembibre, reconoce que “en años pasados nos veíamos condicionadas en la dinámica del grupo porque ciertas situaciones se tenían que gestionar de un modo determinado, decidido por un núcleo determinado de las jugadoras. Ahora todas asumimos que cualquiera puede tener errores, todo parece más democrático”, subraya.

La llegada de DIA, “un salto de calidad”

Pese a su experiencia en la máxima categoría del baloncesto femenino español, ambas jugadoras están contentas por la llegada de DIA a la competición. Aliaga, de hecho, considera que “ha dado un salto de calidad. Se nota un mayor interés hacia las jugadoras y los clubes, que tienen mayor presencia mediática. Me gustó el Open Day porque es muy atractivo y permite que la gente se acerque a la competición y nos conozca. Apuesta por la ebullición del baloncesto femenino en nuestro país, ya que somos campeonas de Europa”, sentencia.

Por su parte, Alba, que ejerció de representante del equipo rojillo en la jornada inaugural del curso, el Open Day, asegura que “me pareció muy bien la iniciativa. Fue muy emotivo porque pude coincidir con compañeras de otros años. Es muy interesante que se celebre en una sede unificada”, añade la jugadora berciana, que recuerda que “jugamos un histórico pabellón como Magariños, lo que sirve para realzar el valor del evento. Fue divertido”, concluye.

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